SIN NUEVAS CANCIONES NO HAY FUTURO

por Alejandro Grimson

El gobierno de Estados Unidos ha iniciado la colonización final de la Argentina. Los dislates económicos de casi dos años de gobierno de Milei llevaron al país al borde de otro default y a una crisis cambiaria que podía liquidar en cuestión de semanas las reservas del Banco Central. A su vez, esas reservas no son dinero del país, como en el caso de Brasil, de Chile, de México, sino que es otro préstamo del FMI. ¿Cómo entender este fracaso estrepitoso? En el caso más impiadoso (y quizás más realista) podemos señalar que la cuarta ofensiva neoliberal contra la Argentina (la Dictadura, Menem , Macri, Milei) no tenía nada nuevo, excepto la velocidad del saqueo. En el caso más político (que quizás cumplió su papel) cabe señalar un error de interpretación. La inflación del gobierno del Frente de Todos efectivamente había desorganizado la vida de los trabajadores y de los más humildes. Por primera vez, una opción de extrema derecha logró en 2023 obtener algunos votos en los sectores populares, disputando no sólo con el Pro, sino directamente con la base peronista. La inflación es, además de insoportable, una muestra de la incapacidad de gobernar la economía. Y cumplió un papel decisivo para que el ex ministro de economía del gobierno anterior no fuera electo presidente.

 ¿Y cuál fue el error de interpretación? Inferir de eso que con bajar la inflación alcanzaba. Descuidar todo lo otro. Otras dimensiones de la economía: el nivel de actividad, el nivel del empleo, su calidad, los ingresos, en fin, la cotidianidad económica de la población. Y las reservas. Descuidar también cuestiones simbólicas centrales: el ajuste al Garraham, a las universidades, contra símbolos relevantes para la mayoría de la sociedad. Descuidar el peso simbólico de la corrupción en amplios sectores, con el caso Libra o los audios sobre coimas.

La mitad o un poco más de las personas que apoyaban a Milei hace solo unos meses no adherían a su discurso de Davos (sino que lo lamentaban) y sentían distancia o disgusto por los modales del Presidente. Se tragaban tantos sapos por la inflación (prueba de su importancia) hasta que se atragantaron.

El gobierno tenía otra ventaja. El peronismo y el espacio nacional popular estaba en grandes internas. Un diputado nacional, presidente del PJ de su provincia, daba discursos y organizaba actos contra el gobernador. La máxima referente del campo nacional y popular, escandalosamente encarcelada y proscripta, debatía en público la decisión del gobernador de desdoblar los comicios de BsAs. Y si hay una frase del General Perón que no funciona es aquella que dice que cuando los peronistas se pelean son como los gatos: se están reproduciendo. Son demasiadas escenas calamitosas, desde el mismo 1973, como para no percatarse del daño que las feroces internas del peronismo han provocado sobre la Argentina.

Contra todos los pronósticos, la elección del 7 de septiembre fue catastrófica para el gobierno. Se hicieron muchísimas interpretaciones y todas aportan algo. Pero un cuarto de votantes violetas y amarillos de 2023 decidieron quedarse en su casa en septiembre. Humildad: más que triunfo peronista fue una derrota del oficialismo. Y de esa derrota fluyeron una serie de errores posteriores que fueron agravando la situación hasta que el gobierno llevó al país al borde de precipicio. Cuando todo iba a estallar, vino este “rescate” de Trump a Milei. Y un apoyo explícito a su partido y sus candidatos a las elecciones. ¿Cuándo ha sido más claro que en este caso que ese dinero no deberán devolverlo los argentinos, sino los candidatos y candidatas violetas financiados por el Tesoro estadounidense?

Sin embargo, mientras desde los balcones se podrá observar cómo el gobierno derrocha esta nueva oportunidad, la oposición no ha asumido sus propios desafíos con unas pocas excepciones. Propongo para la polémica dos tesis:

  1. Sin renovación de voces y de rostros no se construirá una sólida alternativa nacional y popular.
  2. Sin un aprendizaje programático y una apertura a romper los tabúes el peronismo está destinado a protagonizar otro fracaso.

La presunción que reúne ambos puntos es que una gran parte de la sociedad argentina desea una sociedad con justicia social, con educación pública fuerte, con el garraham y salud pública, con jubilaciones dignas. Pero a la vez no desea regresar a la inflación y a muchos de los problemas que realmente existieron en el pasado.

El primer punto lo resumiré de un modo particular. Considero que el éxito de la Provincia de Buenos Aires colocó a Axel Kiciloff en una posición presidenciable, donde tiene la posibilidad de ser candidato, y eso puede ser un punto central de la renovación. Considero que Santa Fe encontró quizás uno de los caminos más interesante para combinar figuras emergentes con figuras con largas trayectorias. Considero que hay fenómenos novedosos en la provincia de Córdoba y que se le ha dado a nuevos compañeros la posibilidad de ser protagonistas en otros lugares, por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires. “Renovación” puede o no ser la palabra perfecta. Pero no olvidemos que la renovación de los ochenta la protagonizó un ministro de la primera década peronista. Es decir, no la entendemos como literalidad del número de documento, sino como proceso de emergencia de voces, de cambio de posición de las personas y de objetivos programáticos.

Sobre el segundo punto quisiera explayarme más. Primera cuestión: necesitamos construir justicia social con orden macroeconómico. El pecado de Milei es creer que sin déficit fiscal lo otro se resolverá. El pecado del peronismo ha sido no darle importancia a la inflación. Insistir con la frase de que “a la gente hay que ponerle plata en el bolsillo”. Son dos visiones demasiados simplificadas de “la gente”. La gente entendió el funcionamiento del “plan platita”. Te dan dinero y ningún precio tiene techo. ¿Cuánta gente sacrificaría unos pesos para tener alguna previsibilidad? No es una pregunta retórica. Una abrumadora mayoría votó a Milei, a pesar de la motosierra mantuvo un apoyo inmenso hasta que sus errores económicos y políticos superaron lo imaginable. Y el peronismo, al menos en provincia de BsAs, ha recogido muy, muy poco de lo que perdió Milei. No seduce hoy a los desencantados del gobierno. Y estoy seguro de que no lo va a hacer si no hace una renovación programática.

Para apuntar a cosas sagradas lo diría así: allí donde hay una necesidad nace un derecho y, aquí viene, para que el derecho sea una realidad es imprescindible financiarlo. No se debería admitir una discusión acerca de hay que tomar tal medida porque es justa. ¿Saben cuántas cosas justas tendrán que esperar una vez que Milei y Trump terminen con la Argentina? ¿Quieren que se resuelvan todas juntas? No se podrá.

Peor si un dirigente popular considera que su tarea es sólo agregar su propio tema a la lista interminable. La tarea es construir una mayoría que apoye el financiamiento de esos derechos. Hacer una reforma impositiva, liquidar las economías de evasión fiscal de oligopolios y desde arriba hasta el medio. Es lógico que a los políticos no les guste abordar la cuestión del financiamiento progresivo hacia los más ricos. Incluyendo a los que cambian su domicilio fiscal para desfinanciar al estado argentino. Hay plata. Pero hay que recaudarla, cueste lo que cueste, para poder general justicia social sin inflación. El resto es puro voluntarismo y será un breve gobierno para regresar a las oleadas neoliberales.

¿Es urgente que el peronismo regrese al gobierno? Lo que es urgente es detener la destrucción del país y emprender el desarrollo con justicia social. Pero a ningún argentino le interesa que un partido gobierno para que sus funcionarios tengan mejores posiciones personales y políticas. La profesionalización de la política es un problema de primera magnitud en este debate que necesitamos abrir. Porque es seguro que si estamos convencidos de que el Estado participativo debe ser protagonista de un proyecto productivo con bienestar no podemos avalar que cada grupo vea cuánto se lleva para sí mismo de ese mismo estado. Son modelos opuestos. En uno existen corporaciones, en otro hay una comunidad nacional con igualdad y diversidad.

Y si he sido muy polémico es porque no creo que haya otro modo para mejorar la vida de nuestro pueblo que abrir ese debate sin tabúes y cuanto antes.