Un nombre nunca es casual. Idea rectora de toda política independiente, viga maestra de cualquier voluntad de afirmación nacional, parece ser este un tiempo en que la SOBERANÍA nacional necesitará de todos nosotros. Y con DIGITAL queremos referir, por un lado, al nuevo formato, que ya no se imprimirá ni distribuirá en papel y que debe construir su propia dinámica de propagación en un contexto tecnológico que todavía conserva una dinámica de cambio intenso, y viene imponiendo nuevas pautas -racionales y emocionales- de socialización cultural. Pero también, y no menos importante, a la necesidad de desarrollar una utilización soberana de nuestra cuota de ciberespacio; de nacionalizar el despliegue tecnológico; de evitar la navegación ingenua en la internet estructurada y conducida por las grandes corporaciones empresarias globales; de democratizar su uso extendido, contribuir a la apropiación popular participativa y a los usos militantes inteligentes. Ser parte y contribuir a la construcción de ciudadanía digital políticamente soberana.
En la nueva etapa el movimiento nacional deberá encarar una reafirmación ideológica y una actualización doctrinaria; renovarse en sus formas, estilos y objetivos de comunicación; readecuar sus formas organizativas, institucionales y militantes; retomar y mejorar su vinculación con organizaciones sectoriales de toda la comunidad nacional, en todos los territorios de la sociedad argentina. Nuestras iniciativas deben proyectarse hacia todo el campo nacional, amplio y diverso por definición y por necesidad.
Debemos definir e instrumentar una línea de trabajo vinculada a conceptos de soberanía nacional en distintas dimensiones: ambiente, territorio, producción, infraestructuras, cultura, geopolítica, ciberespacio, tecnología, defensa, educación, inteligencia, finanzas, seguridad.
Es necesario que al mismo tiempo que se reconstruyan gradualmente el poder nacional y las organizaciones populares, se vaya dando una elaboración programática actualizada, profunda, extendida, sistemática, integral. La idea de planificación es necesaria para orientar la movilización del espíritu nacional, ponerla en actos y potenciar su eficacia. La enunciación de la doctrina y la explicitación del plan son herramientas para permitir la participación y darle sentido democratizador.
Esa tarea ha de ser encarada en forma abierta, convocante y participativa, para que al acceder nuevamente al gobierno contemos con herramientas pulidas y contundentes de intervención detallada, apropiadas socialmente y validadas electoralmente, sostenidas con cuadros técnicos capaces de desplegar, en cada ámbito, un trabajo de equipo con objetivos claros desde el inicio. Metafóricamente: ir forjando nuestro propio y legitimado DNU, nuestro ómnibus de restauración y reformas legislativas para el primer día.
No hace falta dar tiempo ni desensillar hasta que aclare, ya que todo está demasiado claro. Estamos ante un gobierno que no disimula su vocación antinacional ni su desprecio por la igualdad social y cualquier destino colectivo. Tribunas de doctrina que más de una vez nos han fulminado en nombre de patriotismos vacíos, protegen los disparates de los falsos libertarios pintando sus desatinos como rasgos de simpática excentricidad, de sinceridad rústica pero auténtica.
Abandonar el no alineamiento activo para sobreactuar la subordinación a los tres países que anualmente votan contra la Argentina en la ONU por Malvinas (Inglaterra, EEUU, Israel); abandonar los BRICS; tomar partido abierto por Israel y por Ucrania; menospreciar la CELAC y promover la discordia con los países de la América Latina; ofrecer a las multinacionales que los auspician nuestros recursos naturales; ajustar brutalmente a los argentinos para pagar la deuda de Macri&Caputo I; y restablecer con Caputo II una versión acelerada y aumentada de la tablita de Martínez de Hoz; son un grotesco de entrega al que cuesta encontrar antecedentes en una historia nacional plagada de oligarcas ladrones y vende patria.
Exhiben sin tapujos un librecambismo que ha tomado medidas contundentes, todas vulnerando el mercado interno, destruyendo empleo público y privado, reduciendo salarios, favoreciendo a grandes empresas, habilitando la salida de divisas, desprotegiendo a usuarios y consumidores, desfinanciando al estado y exhumando dos viejos fantasmas: la grave crisis que impide hacer otra cosa y la necesidad de endeudarse compulsivamente con bancos extranjeros. Caminos ya transitados hacia la ruina. Ruina de mayorías para enriquecimiento de los ya millonarios.
La destrucción de toda autonomía tecnológica nacional parece un objetivo de la ideología abstrusa del elenco gobernante, de las potencias extranjeras subordinantes, y de las grandes multinacionales proveedoras. El sistema científico, las universidades, las empresas estatales estratégicas, YPF, el sector nuclear, el INTA, entre tantas, son blancos apuntados y en destrucción. El ideólogo presidencial postula sin vergüenza que los chicos deben trabajar en vez de ir a la escuela. Refutadores no ya de Carlos Marx, sino de Charles Dickens.
Al mismo tiempo -y para afianzar lo anterior- se ciernen amenazas sobre la soberanía política y las posibilidades del pueblo de ejercer los derechos civiles, disfrutar sus libertades individuales y asegurar las garantías constitucionales. Con falsa pose de firmeza para garantizar orden y seguridad, y bajo la coartada de luchar contra el narcotráfico, preparan el clima para la represión social, agudizan aristas autoritarias en la actuación policial y alientan la violencia política.
La alianza gobernante parece exhibir gran improvisación escénica y hasta por momentos resulta competencia desleal para al humor político. Representa, sin embargo, una poderosa alianza de grupos oligárquicos e imperiales, y cuenta con una poderosa retaguardia que la sostiene y realimenta. Estamos ante un experimento que amalgama el clásico revanchismo clasista y antipopular argentino (unitario, anti radical, anti peronista) con las nuevas derechas globales que se despliegan en Occidente, y que derraman sobre América Latina una nueva oleada colonizadora de reconfiguración cultural.
Esa cuota de extravagancia y grotesco que muestran, sea espontánea o guionada, forma parte de una estudiada ingeniería social, gigantesca operación semántica de apropiación de sentidos y manipulación de emociones. Ofrecen señuelos inconformistas para canalizar y llevar a vía muerta el descontento y la angustia que generan ellos mismos con su capitalismo global, su pulsión consumista de satisfacción imposible, su desigualdad social vertiginosa y creciente.
Buscan dividir y dispersar el movimiento popular, y desprestigiar a los dirigentes que pretendan retomar el camino de la dignidad nacional. No volveremos por la profundización de la crisis social y la mera equivocación de los otros, sino en la medida en que logremos reinventar la dinámica y la agenda del movimiento nacional, y encarnarlo en organización renovada, militante y con dirigencia creíble.
Se argumenta que lo importante es el contenido y no las formas. Esa verdad no quita esta otra: si perdimos porque faltó tan poquito en primera vuelta, y en ese poquito incidieron nuestras maneras y modales, entonces las formas de secundarias se vuelven esenciales. Se exige revisarlas, en el modo de comunicar, de explicar, de conducir. Conducir, que no es mandar.
Esperamos que esta publicación sea una herramienta-una entre las tantas-que ayude a reunificarnos en la palabra y reunirnos en la acción; que nos dé fuerza para proyectar mejor nuestro pensamiento hacia la sociedad, para convocar, para dar cauce y organización a nuestra práctica cotidiana.