Por Santiago Rossi
Recientemente supimos que el gobierno mileísta cambió la programación de la TV pública poniendo el foco en PAKA-PAKA, un canal al que acusaban de “adoctrinador”.
Ahora el Estado gasta dinero público para poder transmitir una serie yanqui: TUTTLE TWINS, un dibujo (bastante feo por cierto) de unos chicos que viajan por el tiempo y se van encontrando con distintas figuras históricas. En cada viaje admiran o escuchan con atención a los “liberales” (económicos), mientras que discuten y antagonizan con los “de izquierda”.
No está de más señalar que sin ningún reparo ni disimulo la serie deja en evidencia su alineación y su intención, dotando a las figuras liberales de espacio para desenvolver sus ideas, dando colores claros al paisaje cuando están en escena, y exhibiéndolos con perfiles elegantes y distinguidos.
Los “de izquierda”, en cambio, son casi de parodia, jorobados, discutiendo con los protagonistas como taraditos, y hasta desviándose de su “exposición de ideas” para intentar robarse algo.
La serie se basa en libros homónimos escritos por un señor Connor Boyack, Presidente de un Instituto Libertario “LI-Utah”, institución religiosa mormona. Ese “Libertas Institute” es miembro a su vez de una “State Policy Network”, y también del “American Legislative Exchange Council ALEC”.
Emitida desde 2021, muy consumida en EEUU por un público conservador que educa a sus hijos en su hogar en lugar de mandarlos a la escuela pública, a la que acusan de “liberal-demócrata”.
A pesar de lo burdo y lo grosero la serie fue pensada, se presenta y se promociona como un producto “para niños”. Y por acá ahora la pasan y la aplauden los que gritaban “¡con nuestros niños no!”.
Los mismos que tras años de invocar lo mejor de Sarmiento, desfinancian la educación pública; los mismos que apoyaron a Vidal cuando decía que no tiene sentido abrir universidades en el conurbano de Buenos Aires porque “los pobres no llegan a la universidad”; los mismos que aplauden a Benegas Lynch, que dice que los chicos no deben ir a la escuela sino trabajar en el taller con sus padres.
En una cancioncita “infantil” la caricatura explica que no se necesita estudiar para tener éxito, y al mismo tiempo advierte que si un joven va a la universidad terminará endeudado.
Vemos lo negativo de pagar para promocionar una serie estadunidense en lugar de aplicar esos mismos recursos a la producción nacional. Comprar una serie hecha en EEUU en lugar de promover el trabajo, el talento y la industria audiovisual de los argentinos, nos instala la confusión de hablar del sistema universitario extranjero pago, cuando nuestro país tiene universidades gratuitas de reconocido prestigio. Nos llenan la cabeza con un fantasma ideológico que ni siquiera recorre estas tierras.
La hipocresía y doble vara aplicada por la oligarquía local y sus adherentes es tan evidente que se convierte prácticamente en un hecho objetivo, en lugar de algo sujeto a debate. Pero el movimiento nacional no debería quedarse sólo con eso.
Algo que pasó un poco inadvertido en la polémica del “PAKA-PAKA LIBERTARIO” es que la serie ya estaba presente en Argentina antes del gobierno actual. Hace años que aparece en las redes, de forma sugerida por las redes sociales videos cortos y clips de Tuttle Twins (redes cuyos dueños, recordemos, no son “de izquierda” precisamente, e interfieren en las elecciones de los países, como confesó “Cambridge Analytica” en el parlamento británico cuando la campaña de Macri, o como hace descaradamente Elon Musk con Milei).
Hace unos días un compañero me dijo preocupado que ve demasiada pasividad de la sociedad no militante, no partidista, frente al ataque a la democracia que hace el gobierno con el partido judicial contra CFK. Lo comparaba con la enorme reacción que hubo cuando el “2×1” de Macri, y señalaba cómo habríamos retrocedido en valores como sociedad.
Esta “serie” (más correcto sería decirle panfleto, panfleto animado) Tuttle Twins no es el problema. Es una herramienta enemiga, una de tantas, tantísimas. No es “el Paka-Paka de ellos”, porque no es el único y ni siquiera el principal de sus instrumentos de adoctrinamiento y formación de sentido común. Ellos lo complementan con multiplicidad de productos de propaganda, no uno solo; y además lo distribuyen al máximo y de manera planificada, no sólo por el medio “televisivo”, sino también por las redes y a través de infinidad de cuentas, no una única que encima admite ser partidaria, como suelen hacer muchas iniciativas de “nuestro palo”.
Deberíamos sacar lecciones y ver que el problema no es este último panfleto que llega ahora en forma de serie a nuestra televisión, televisión que ya ni siquiera es el medio predominante. Esto es parte de una acción extendida y planificada, sostenida, que vienen desplegando desde hace tiempo, con o sin el gobierno.
Nuestros enemigos, quienes quieren saquear nuestra Argentina, desmembrarla, mantenerla pobre e irrelevante, se benefician de un sentimiento nacional debilitado, y fomentan ese debilitamiento. Por un lado buscan borrar nuestra historia y diluir nuestra cultura nacional, y por otra parte promueven fragmentaciones y recelos en la sociedad, exacerbando fanatismos partidarios, religiosos, separatistas. Promueven modos violentos desde el anonimato y la falsa neutralidad democrática de las redes sociales.
El campo nacional necesita darse una prédica de contenidos, de valores, de explicaciones, de manera sistemática y organizada. Hay que trabajar en esa tarea con generosidad y coordinados, sin caer en las provocaciones ni en el seguidismo de esa agenda antinacional que busca someternos. Debemos fortalecer la voluntad popular de ser una nación independiente, integrada al resto de la América Latina. Contenidos, con argumentos y persuasión pero acompañados de gestos y de sentimiento, que se traduzcan gradualmente en organización.
Se necesita utilizar todas las herramientas disponibles, incluidas las ajenas, sin quedar atados a la lógica individualista que las redes nos quieren imponer ni actuar a la ligera o al boleo, en los escenarios ofrecidos por el enemigo. La coyuntura nos exige una gigantesca y organizada tarea de afirmación cultural de la voluntad nacional.