Durante las últimas tres décadas acontecieron transformaciones profundas en la economía y la geopolítica mundial. En ese escenario se destacan el ascenso de China y de los BRICS como contraparte de la fortaleza que tradicionalmente había tenido el G7 sobre la gobernanza y la toma de decisiones económicas globales. Así, a medida que las naciones BRICS experimentaron crecimiento económico y desarrollo en paralelo se produjo una ralentización de esos procesos en el G7.
Anabella Busso
En términos históricos el acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) fue acuñado en 2001 por el economista de Goldman Sachs, Jim O’Neil, con el objetivo de identificar a estados emergentes con gran potencial de crecimiento. A pesar que existieron reuniones previas fue en 2008 cuando los cuatro países comenzaron a desarrollar enfoques comunes sobre economía internacional mientras que en 2009 tuvieron su primera cumbre en Ekaterimburgo. En 2010 sumaron a Sudáfrica y los BRIC se trasformaron en los BRICS. En términos de organización institucional el bloque no es un organismo internacional ni un proceso de integración comerciales, sino que funciona como un foro de concertación para promover la cooperación comercial y económica mutua y para contrapesar las propuestas unilaterales occidentales provenientes del G7 y los organismos multilaterales de crédito surgidos en la segunda posguerra.
El ascenso de los BRICS no escapa a los desafíos del mundo actual y tampoco a las disparidades dentro del grupo, pero desde una perspectiva general ha fomentado una gobernanza global más inclusiva y representativa. Además, a partir de la Cumbre de Johannesburgo de 2023, los BRICS aprobaron la ampliación del bloque con la creación del BRICS + que autorizaba a partir del 1 de enero de 2024 el ingreso de Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía. Con esta ampliación, el PIB de los BRICS, incluyendo Argentina, representaba el 37 % del PIB global y el 46 % de la población mundial. Además, el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS se constituía en una alternativa de financiamiento para el Sur Global. Finalmente, el crecimiento de los BRICS también se evidencia en otros espacios multilaterales como el G20, donde también se reflejan los cambios en la dinámica de poder.
El proceso de negociación para la incorporación de Argentina llevado adelante por el gobierno de Alberto Fernández no fue sencillo porque el listado de países que querían sumarse era significativo y el debate sobre la conveniencia o no de la ampliación dividía posturas al interior de los miembros fundadores, pero nuestro país logró integrar la lista.
Sin embargo, durante la campaña electoral tanto la postura de Juntos por el Cambio como de la Libertad Avanza adelantaron su oposición a dicho ingreso basados exclusivamente en justificaciones ideológicas (no nos juntamos con países comunistas ni autoritarios) y dejando de lado un entramado de variables centrales que explican la conveniencia del ingreso así como también las nuevas dinámicas del orden internacional.Consecuentemente el rechazo implicó:
- Un nuevo desplante frente a Brasil y China, los dos principales socios comerciales de Argentina y, en el caso de Brasil un aliado estratégico regional al cual el gobierno desconoce y desprecia. En este marco es importante recordar que en conjunto, la participación de los BRICS en el comercio exterior argentino osciló entre el 20% y el 30% del total exportado.
- El hecho de confrontar con los BRICS también afecta la dinámica del comercio de las provincias. Ocho de ellas tienen como mayor destino de exportación a China; otras cuatro a Brasil y dos poseen un creciente comercio con India. El argumento del gobierno sobre que los privados pueden comerciar aunque las relaciones entre los Estados involucrados sean malas o inexistentes no resiste análisisen las normas de las negociaciones comerciales internacionales.
- También desaprovechamos la oportunidad de conseguir financiamiento externo del Banco de los BRICS.
- Políticamente perdimos la oportunidad de participar en un foro donde se discute la dinámica del orden internacional actual y también la de sumarnos a Brasil como representantes ante los BRICS tanto de las tradiciones culturales occidentales como de formas de gobierno democráticas, sin que esto implique confrontación con Estados Unidos. Además, dejamos de lado la función de puente que los BRICS cumplen ante el Sur Global, espacio al que Mileitambién renuncia.
Los fanatismos ideológicos, las falencias en la comprensión de los cambios del orden internacional y el incumplimiento de lo acordado en las negociaciones previas tienen un gran consto para la política exterior y para el pueblo argentino, más allá de la satisfacción personal que le generen a un presidente.
*Anabella Busso es docente de la Facultad de Ciencia Política de la UNR e investigadora del CONICET