LA VENTA DE TIERRAS DEL ESTADO NACIONAL

Y LA LÓGICA DE QUE TODO LO QUE NO GENERA GANANCIAS SERÁ OBSOLETO

por Manuel Kabusacki *

Cuatrocientos cuarenta y tres son la cantidad de inmuebles y terrenos públicos que el gobierno de Javier Milei, mediante el Decreto 950/24, habilita a la Administración de Bienes del Estado (AABE) a vender. Decreto, vale la pena aclarar, que no podría ser posible sin la Ley Bases, aprobada por la Cámara de Diputados en Julio de este año con el pretexto de que el Gobierno la necesitaba para poder gobernar. El espectro de terrenos fiscales a la venta es amplio, incluye inmuebles en desuso, predios militares, terrenos ferroviarios, predios rurales y un largo listado de etcéteras.

Uno de los considerando del decreto es interesante. “Que mantener ociosos los inmuebles a los que oportunamente se consideró innecesarios para la gestión del Estado Nacional, genera costos y gastos que deben evitarse”. El gobierno ha demostrado, a lo largo de estos meses de gestión, una visión del estado en donde todo lo que genera pérdidas explícitas o no tiene un uso actual es un gasto innecesario que debe ser remediado, sea privatizando, vendiendo o ajustando, en una visión bastante simplista y cortoplacista del funcionamiento no solo del estado, sino también del mercado. El conflicto con las universidades nacionales es un buen ejemplo de esta visión. No importa que indirectamente genere ingresos a las arcas estatales vía una población más educada, probablemente con mayores ingresos y, por ende, que suma valor agregado a su mano de obra, consume más y expande la economía. Como los números netos de las universidades son rojos debe ajustarse. 

¿Cómo se vincula esto con los terrenos que Milei intenta vender? Explicitando que estos terrenos no sirven por el simple hecho de generar perdida o no tener un uso actual. El suelo es un recurso finito, el suelo urbano directamente un bien escaso. Sacarse de encima estos terrenos significa que el Estado Nacional está desechando un bien muy valioso con el solo propósito de sacar una ganancia inmediata en tierras altamente codiciadas por el mercado inmobiliario. En su visión cortoplacista de las cosas, la posibilidad de reconvertir estos terrenos es inexistente. Crear viviendas accesibles -en un mercado inmobiliario que es cada vez más excluyente-, espacios verdes, infraestructuras, equipamientos, dependencias no está entre las opciones. No sería de extrañar que en un futuro, el estado precise de suelo urbano y volver a acceder a ellos resulte en una operatoria costosa que vuelva obsoleta la ganancia que se pudiera generar con este decreto. Y que no quepan dudas, vender suelo perteneciente al estado con fines especulativos es especular con un bien de soberanía del país.

Estación Santa Fe de la capital provincial. El gobierno pretende vender la totalidad del terreno, imposibilitando que a futuro el tren pueda regresar y/o de realizar un proyecto urbano donde se pueda integrar el este y oeste de la ciudad y facilitar el acceso a la Laguna

Otro factor preocupante es el carácter estratégico de muchas de estas tierras, principalmente, pero no limitado a, terrenos ferroviarios, algunos operativos. Detengámonos en un caso llamativo, que ilustra bastante bien el gran error de vender con poco criterio los terrenos a mansalva. La estación Santa Fe de la capital provincial, hoy inactiva, hasta 1993 era cabecera del Ferrocarril Belgrano. La venta de este terreno, muy codiciado, tiene dos aspectos preocupantes, uno operativo y otro urbanístico. En el plano operativo, el servicio estuvo cerca de restablecerse en el año 2023, conectando a la capital de la provincia con la localidad de Laguna Paiva. Esto hubiese disminuido fuertemente los tiempos de viaje entre Santa Fe y el norte de su área metropolitana y habría brindado un merecido servicio ferroviario de carácter urbano en una ciudad que depende exclusivamente, en materia de transporte público, del colectivo. Los tiempos de viaje se hubieran acortado y es probable que, en el mediano plazo, la reactivación del ramal hubiese traído mayor demanda comercial y aumentado el valor del suelo en los alrededores de las estaciones, en contradicción con la visión cortoplacista y simplista del gobierno donde todo lo que no funciona o genera perdida se trata como obsoleto. Lo más grave de todo es que la venta de la estación Santa Fe significa perder para siempre la posibilidad de dar transporte ferroviario a la ciudad. Ejemplos como este, hay decenas.

Como contraargumento, se podría decir que el terreno es desproporcionado para el uso que se le pretendía destinar. Urbanísticamente semejante terreno vacante genera una barrera urbana entre el oeste de la ciudad y la Laguna Setúbal. ¿Cuál es el impedimento entonces de realizar un proyecto urbano integral, donde se preserve la infraestructura ferroviaria necesaria y el espacio sobrante se destine a la generación de viviendas accesibles y espacios verdes, integrando la ciudad. ¿Por qué la única alternativa es venderlo complemente al sector inmobiliario donde probablemente se realicen viviendas de lujo, inaccesibles para la mayoría de la población?

Los ejemplos son cientos, porque son cientos de terrenos donde la gran mayoría tiene un fin estratégico, un valor simbólico importante o una reserva de suelo necesaria a futuro. Podríamos detenernos en cada una de las tierras en venta y explicar porque es un error venderlas sin criterio alguno. Pero lo más grave aquí es que en nombre de negocios inmobiliarios se está perdiendo la soberanía que tiene el Estado Nacional de contar con suelo disponible con fines estratégicos para promover el desarrollo económico que tanto se necesita. El mercado inmobiliario no va a ofrecer estas soluciones, el único que puede es el Estado Nacional, y está a punto de soltar la posibilidad de hacerlo, por unos millones que probablemente duren poco.

* Manuel Kabusacki es urbanista recibido en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Actualmente trabaja en la Provincia de Buenos Aires en temas relacionados al acceso al hábitat