Por Paula Durán *
Más allá de los debates actuales, y no tanto, sobre el futuro del trabajo y la sociedad post salarial, sabemos que el trabajo continúa siendo la principal fuente de ingresos para la gran mayoría de la población. El trabajo provee a más del 90 por ciento de los hogares argentinos de ingresos corrientes —salarios y remuneraciones provenientes de actividades por cuenta propia— o diferidos —jubilaciones y pensiones contributivas—. Por lo tanto, cualquier desequilibrio que experimenta la situación laboral acaba reflejándose, tarde o temprano, en las condiciones materiales de vida de las personas.
Un criterio para analizar la situación del empleo remite al análisis de tres dimensiones centrales: i) el nivel de actividad económica -dado que un adecuado ritmo de crecimiento del producto constituye un factor necesario en la generación de nuevos puestos de trabajo; ii) la cantidad y calidad de ocupaciones que genera la economía en comparación con el número de personas que quieren o necesitan trabajar y iii) el nivel de salarios, y su correlato en las condiciones materiales de vida.
I. La actividad económica evidencia signos más que preocupantes. Tal como señala el INDEC, en mayo de 2024, el Estimador mensual de actividad económica (EMAE) registró una caída en la comparación interanual en la medición desestacionalizada y un estancamiento desde diciembre de 2024, cuando asumió el actual gobierno nacional. (ver Gráfico 1). En el ámbito laboral, hay preocupación por los sectores que muestran mayor dinamismo. Al analizar las diferentes áreas de actividad, se observa que en mayo algunos sectores experimentaron crecimiento. Entre ellos, destacan la Agricultura, ganadería, caza y silvicultura, así como el sector de Electricidad, gas y agua. Es relevante mencionar que la Agricultura, ganadería, caza y silvicultura tuvo un impacto positivo significativo en la variación interanual del EMAE, seguida por la Explotación de minas y canteras.
Sin embargo, hubo nueve sectores que registraron disminuciones en la comparación interanual. Entre estos, sobresalen la Construcción y la Industria manufacturera. Además, el Comercio mayorista, minorista y las reparaciones también se encuentran entre los sectores afectados.
Esta re-primarización de la matriz productiva argentina tiene consecuencias severas para el empleo ya que las ramas que se presentan como más dinámicas son las que menos trabajo generan.
Gráfico 1
Estimador Mensual de Actividad Económica. Serie Desestacionalizada. Números Índice (Base 2004 = 100). Enero 2023 – Mayo 2024
Fuente: Dirección Nacional de Cuentas Nacionales – INDEC
II. En consecuencia, la situación ocupacional se deteriora. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Capital Humano, en lo que va del año 2024 se observa un proceso de destrucción de empleo registrado. Entre enero y mayo de 2024 se perdieron 127mil puestos de trabajo —107 mil en el sector privado, 3mil en el sector público y 22mil en el sector independiente con monotributo social—. Este hecho se asocia a la evolución negativa de la actividad económica destacada en el punto anterior. Con un modelo basado en la apertura económica y el desarrollo del sector primario exportador el panorama laboral es, cuanto menos, desalentador.
Las ocupaciones disponibles no son suficientes, ni en cantidad y ni en calidad, para ocupar a las personas que quieren o necesitan trabajar. Los efectos negativos en esta materia no solo se sienten en la calle sino que comienzan a verse en la evidencia empírica.
Durante el primer trimestre de 2024, las condiciones del mercado laboral del total de aglomerados urbanos relevados por la EPH mostraban signos de deterioro respecto a los años anteriores a partir de un aumento de la tasa de desocupación, subocupación y ocupación demandante. Al mismo tiempo, la tasa de actividad se contrae, señal de un posible aumento del desempleo oculto por desaliento ante las desfavorables condiciones del mercado de trabajo. (ver Cuadro 1).
Cuadro 1
Principales tasas del mercado de trabajo. Total 31 aglomerados urbanos. 2023 – 2024 (primeros trimestres)
Actividad | 48,3% | 48,0% | -0,3 pp |
Empleo | 45,0% | 44,3% | -0,7 pp |
Desocupación | 6,9% | 7,7% | 0,8 pp |
Subocupación total | 9,4% | 10,2% | 0,8 pp |
Fuente: INDEC – EPH
Una lectura global de los datos permite constatar un empeoramiento de la situación ocupacional. En términos cuantitativos, entre el primer trimestre de 2024 se registró una disminución del 0,6% (77mil personas) en la población ocupada. Si bien la fuerza de trabajo aumentó solo 0,3% (37mil personas), la caída del empleo total no permitió absorber y además llevó al desempleo a una parte importante de la población ocupada. Ello significó un aumento del 11,8% en el desempleo abierto. Por su parte, la población subocupada creció un 8,4%. En suma, 114mil personas se sumaron al desempleo y 112mil al subempleo, en tanto personas ocupadas en jornadas parciales de manera involuntaria. (ver Cuadro 2)
Nada indica que estos indicadores se reviertan ante la caída de la actividad económica en las ramas de actividad que estructuralmente son generadoras de puestos de trabajo. Por ello, puede decirse que los resultados de los primeros meses del 2024 aún no evidencian plenamente los efectos más severos de las políticas económicas implementadas por el actual gobierno. Aún opera el efecto retención sobre la mano de obra ocupada1 que, sabemos, se debilita con la extensión y la profundidad de la crisis económica.
Cuadro 2
Población total, PEA, Ocupados, Desocupados y Subocupados. En miles de personas. Total aglomerados EPH. 2023-2024 (primeros trimestres)
Población total aglomerados EPH | 29.335 | 29.593 | 258 | 0,9 |
PEA | 14.165 | 14.202 | 37 | 0,3 |
Ocupados | 13.191 | 13.114 | -77 | -0,6 |
Desocupados | 974 | 1.088 | 114 | 11,8 |
Subocupados | 1.332 | 1.444 | 112 | 8,4 |
Fuente: INDEC – EPH
III. Cuesta abajo. Desde que asumió el nuevo gobierno y se instrumentó el brutal programa de ajuste largamente anunciado durante la campaña electoral, los salarios experimentaron una profundización en la pérdida de su poder adquisitivo. El aumento en el nivel general de precios (IPC) que se experimentó en diciembre de 2023 (25,5%) y enero de 2024 (20,6%) estuvo muy por encima del aumento del Índice de Salarios general, tanto en el sector registrado como no registrado. Si bien los niveles de aumentos de precios a partir de abril de 2024 muestran signos de estabilización, nada indica que el ajuste sobre los salarios y la pérdida del poder adquisitivo se revierta. Vale decir que la caída del salario real es un proceso que antecede al último gobierno y que comienza en 2016 a partir de las políticas económicas implementadas por Mauricio Macri. Proceso que el gobierno de Alberto Fernandez no logró revertir y que explica, en parte, la derrota electoral de Unión por la Patria en 2023.
En esta coyuntura, al problema de la pérdida del poder de compra de los salarios que se agudiza se le agrega el problema de la pérdida del empleo. Esto configura un escenario acuciante de deterioro en las condiciones de vida de los hogares: aumento del desempleo, precarización de las condiciones de trabajo e insuficiencia de los ingresos laborales para cubrir el costo de vida —que experimentó un cambio de nivel y que resulta inalcanzable para un conjunto cada vez más grande de hogares—.
La pérdida del salario real y de las oportunidades laborales se torna un tema acuciante en la coyuntura actual cuando los efectos de las medidas económicas tomadas son, cuanto menos, desalentadores. En este marco se inscriben las crecientes demandas de las organizaciones gremiales y sociales que reclaman por aumentos de salarios capaces, como mínimo, de afrontar los aumentos en los precios de los bienes y servicios de la canasta básica.
En este contexto, sin mediar un aumento en las oportunidades laborales en cantidad y calidad junto a una recomposición de salarios e ingresos, es esperable que los hogares vean afectadas sus condiciones materiales de vida y se extiendan el número y proporción de personas debajo de la línea de pobreza que todas las proyecciones indican estarán por encima de la mitad de la población argentina.
IV. Para concluir, vale señalar que asistimos a la configuración de una estructura social y económica con predominio de trabajadoras y trabajadores pobres que desgasta las bases de apoyo de la coalición que gobernó el país desde 2003 —con la excepción del interregno macrista— cuyo rasgo distintivo ha sido la puesta en acción de un proyecto político que vinculó el campo de la actividad económica y el empleo con la mejora en las condiciones materiales de vida de la población. La idea del trabajo como articulador de las esferas económica y social, como fuente de ingresos y elemento esencial de la ciudadanía que compartimos durante mucho tiempo no se encuentra en el paradigma “libertario” que eligió la sociedad argentina como alternativa de gobierno. Por ello, sin duda, quienes pensamos en la política y la economía como espacio de construcción de bienestar nos encontramos en una encrucijada. Entre tantas otras, cabe pensar nuevamente el mundo que nos toca vivir con nuevas herramientas y propuestas para un desarrollo económico incluyente que permita recomponer las remuneraciones al trabajo, los haberes de la seguridad social y las políticas económicas necesarias para la generación de empleos genuinos en cantidad y calidad.
1 El llamado efecto «retención» o «atesoramiento», opera en el sector formal de la economía y se basa en el hecho de que, en un primer momento de la fase recesiva del ciclo, las empresas pueden preferir no desprenderse de toda la mano de obra excedente debido a los costos indemnizatorios y a la posibilidad de que una recuperación del nivel de actividad económica más o menos próxima los obligue a recontratar la fuerza de trabajo despedida, con los consiguientes costos de reclutamiento y formación.
En consecuencia, en los inicios de la fase contractiva, el empleo en el sector formal tenderá a caer menos que la producción, básicamente a través del mecanismo de sustituir despidos por reducción de horas trabajadas y suspensiones. A medida que la caída de la producción se mantenga en el tiempo y/o aumente en intensidad se irá diluyendo la importancia del efecto «retención», el que a su vez será más acentuado cuanto más elevados sean los costos indemnizatorios así como los de reclutamiento.
* Paula Duran es Lic. en Ciencia Politica y Mg. en Politicas Sociales Coordinadora de Usina de Datos UNR Docente-investigadora, Facultad de Ciencia Política y RRII de la UNR