Por Santiago Rossi *
“Este país de mierda” no es una frase nueva en la Argentina, y tampoco el sentimiento de disconformidad, de malestar y de angustia. En la Década Infame lo hizo inmortal Cambalache con eso de ya saber que todo “fue y será una porquería, en el 506 y en el 2000 también”.
Pero aunque no sea nuevo resulta llamativo cómo este mensaje se viene intensificando en los últimos tiempos. “No hay futuro, los jóvenes eligen irse, aquí la única salida es Ezeiza”. Pero si prestamos más atención vemos que no sólo en Argentina se dice que la única solución está afuera.
“Sáquenme de Latinoamérica” o “Escapemos de América Latina” circulan en forma de memes desde hace algunos años en las redes, mientras en instagram nos muestran fotos de vidas lujosas en Dubai o Miami, tierra de maravillas, deseable y siempre lejana.
En muchas de las películas de Disney -todas me gustaron por cierto-se repite la idea del entorno familiar o social como obstáculo, como carga de la que hay que desprenderse para poder alcanzar uno sus sueños y desarrollar su potencial. Está en Ratatuille; en Frozen (la 1 y la 2); en Zootopia y en Moana; en Elementos. Incluso en la producción española de 2015, ganadora de múltiples premios, Psiconautas, los niños olvidados (una de mis preferidas), vemos presente la idea de escapar en barco a un lugar mejor.
Me llamó la atención eso de estar hablando siempre mal del país de uno. Me puse a preguntar y a leer un poco. En Sábato encontré que lo atribuía a tantos inmigrantes que vinieron de Europa dejando todo allá, una especie de herencia de nostalgia de aquel padre o abuelo que no terminaba de encontrarse en esta tierra. Y en Jauretche, que ya lo criticaba hace sesenta años como zoncera auto denigratoria, inculcada a propósito para debilitar la conciencia nacional. No parecía algo nuevo en tierra argentina.
Pero mirando en las redes y aprovechando las posibilidades que nos dan internet y la globalización, tomando contacto con algunos amigos virtuales latinoamericanos, fui encontrando que el mensaje se repite, pero cambiando la referencia de lugar. A veces hasta el meme utilizado es el mismo.
Si estoy aquí en Argentina la salida es Ezeiza, este es el peor país del mundo, inentendible, lleno de corrupción, sin arreglo a pesar de todas sus riquezas y con su único mal: los argentinos (hasta tengo amigos que se han ido a vivir a ciudades de España y de Italia, y dicen lo malo de allá es la cantidad de argentinos que hay).
Pero cuando el que mira es uruguayo, colombiano, venezolano o panameño, el agujero negro que chupa hacia la decadencia pasa a ser Uruguay, Colombia, Venezuela o Panamá. Con variantes, el mensaje que circula es el mismo. La esencia no está en la descripción de un lugar, sino en la carga de desánimo, angustia y frustración.
Y en todas partes y en todos los casos, el camino sugerido es irse de a uno, nunca organizarse y luchar entre todos y por todos.
Siempre el afuera es mejor y representa un paraíso al cual escapar. No importa en qué parte del mundo te encuentres, la solución es irse. Algo que no siempre se corresponde después con la realidad del migrante. “Mermelada todos los otros días, pero nunca mermelada hoy” le decían a la Alicia de Carroll en el mundo del Espejo.
Que el mensaje se repita y se repita en lados tan distintos, y que circule tanto en diferentes medios debería llamarnos la atención. No parece un mensaje espontáneo y casual, surgido al azar.
No es ilógico que en el desánimo actual ese mensaje tenga más compradores que en otros tiempos. La humanidad ya viene cabizbaja desde el siglo pasado, con la decepción ante el avance tecnológico, que venía a liberar a la humanidad del trabajo, y al final nos brindó formas más eficaces de autodestruirnos en las guerras. La promesa fallida del comunismo en la URSS también dejó a sus decepcionados; las religiones han perdido territorio y ha disminuido la llegada de su mensaje; varias esperanzas tercermundistas perdieron su atractivo. La globalización norteamericana pareció barrerlas con su promesa de fin de la historia, pero duró poco como promesa de paz mundial, de bienestar y de progreso.
Ya llevamos décadas sin opciones serias y legítimas en que depositar nuestras esperanzas de una humanidad mejor. No sólo vamos perdiendo la esperanza de estar mejor nosotros mismos, ahora o dentro de algún tiempo, también perdemos la esperanza de dejar algo mejor para las siguientes generaciones. Pesa aquí, entre otras cosas, la crisis ambiental del planeta, advertida ya hace décadas sin que se vislumbre capacidad de frenar la destrucción. Vivimos, entonces, un tiempo desesperanzado; existimos frustrados por nuestra impotencia y subordinados al mismo sistema que nos ha traído hasta aquí.
Volviendo a la “salvación en el extranjero”, es llamativo que ese mensaje se promueva en medios y redes que, no casualmente, son propiedad de los pequeñísimos grupos de oligarcas dueños y beneficiarios del sistema financiero-global, núcleo de producción de la crisis evidenciada. Son justamente los beneficiados por el sistema en crisis los que nos ofrecen y reparten esta explicación de nuestros males: el problema es que estoy “acá” y no “allá”; no hay nada más que hacer; no hay nada que se pueda hacer, sólo mudarse.
Se trata de una explicación que les conviene. El sueño de las multinacionales es un mundo sin estados ni cohesión nacional, en que nadie les imponga condiciones para llevar a cabo su explotación extractivista de los recursos naturales, y en que no exista ninguna voluntad colectiva que quiera defender su tierra.
La inmigración genera mano de obra barata que compite con la local, sean profesionales o trabajadores no calificados, en EEUU o en Europa, pero además debilita la cohesión nacional de los países, necesaria para hacer frente a la presión delos capitales internacionales que manejan el mundo según sus propias unidades regionales de negocio, y no por países.
A esa circulación casual de mensajes se van sumando más casualidades aún, como cuando se suben al escenario político internacional, en paralelo, discursos como el de Richard Spencer, un político yanqui que sostiene que los “americanos” afro-descendientes son beneficiarios directos de la esclavitud, ya que gracias a ella nacieron en los EEUU donde viven mejor que en África.
Dejando de lado otras implicancias de semejante postura, acotándonos al punto de esta nota, esta expresión estadounidense insiste y refuerza la idea de que es mejor irse de los países del sur, del África o de la América Latina, sea a lavar platos, a cuidar niños, y si fuera necesario aún como esclavo. Es mejor siempre eso antes que vivir en los “países pobres” y desarrollarlos.
Así como también se escucha que los individuos pobres “son pobres porque quieren”, se naturaliza la idea de que esos “países pobres” son pobres por alguna característica, tara o defecto inherente a ellos mismos, ocultando y olvidando de manera muy conveniente las políticas de coloniaje y el saqueo imperialista que han sufrido desde hace siglos, y que aunque hayan variado de forma nunca dejaron de implementarse. Recordemos por ejemplo que la caza y exportación de esclavos africanos no terminó por una revelación moral, sino cuando los europeos penetraron la frontera del continente y establecieron su reparto colonial. Fue que la mano de obra les hizo falta allí en África más que en las plantaciones de algodón y de caña de azúcar de las Américas.
Frente a la prepotencia de Elon Musk, el mayor oligarca tecnológico, la digna actitud del Brasil de Lula es una luz de esperanza.
A principios de septiembre el gobierno de EEUU anunció sanciones contra la cadena rusa RT por intentar interferir en sus elecciones. La acusaron de contratar norteamericanos para que repitan el punto de vista ruso y conseguir que los ciudadanos estadounidenses diseminen esa propaganda. El FBI solicitó incautar 32 dominios de internet acusados de “influencia extranjera maligna” que se usarían para desinformar y amplificar divisiones políticas en el país.
Está muy mal la injerencia en otros países y es interesante el conjunto de medidas tomadas por EEUU. ¿Habría acuerdo si en América Latina se adoptara igual criterio en caso de interferencias en sus procesos electorales? En la Argentina de 1945, por recordar un caso muy conocido, fue burda la intromisión delos EEUU a través de su embajador Braden. Y 20 años después reconoció al gobierno golpista de Brasil con un telegrama que se recibió varias horas antes que se diera el golpe. Y hay una lista muy larga de acciones, más solapadas o más explícitas, desde entonces a nuestros días, desde Ushuaia hasta el Río Bravo.
¿Las gigantes tecnológicas y las corporaciones de prensa yanquis estarán practicando algo parecido a esto de lo que acusan a RT?
* Santiago Rossi es estudiante de la carrera de derecho en la UNR