MALVINAS: un discurso presidencial falaz, plagado de inexactitudes y errores conceptuales

El discurso de Milei en el Día de los Veteranos y Veteranas y de los Caídos en la Guerra de Malvinas provocó consternación en amplios sectores de la opinión pública argentina aunque, como suele ocurrir muy frecuentemente en nuestro país, no tuvo tanta repercusión en la opinión publicada. Se trató de un discurso falaz, lleno de tergiversaciones, errores conceptuales y hasta datos históricos y geográficos que no se ajustan a la realidad. Además, de principio a fin, fue una diatriba ideológica cargada del nuevo credo oficial que el presidente afanosamente busca imponernos a todos los argentinos. Con ello, transformó a una conmemoración de homenaje y reconocimiento a los hombres y mujeres de Malvinas en un acto de corte partidario.

Guillermo Carmona *

Antes de pasar al análisis de esas falacias sugiero al lector prestar atención a un dato para nada menor: Milei nunca mencionó a la potencia usurpadora, no le reclamó a Gran Bretaña que deje de usurpar nuestro territorio, no rechazó las actividades contrarias a nuestra legislación nacional y al derecho internacional que los británicos llevan adelante en Malvinas, no cuestionó la militarización de nuestro territorio por una potencia extranjera…

El presidente de nuestro país eligió, en cambio, cargar contra los argentinos, descalificando a los esfuerzos diplomáticos y la acción de visibilización de la Cuestión Malvinas que hemos llevado adelante. De esta manera ha pretendido disimular lo indisimulable: si no se registran mayores avances en la Cuestión Malvinas es por la sistemática reticencia británica, no por la supuesta ineptitud de los gobiernos y de la diplomacia argentina.

Exculpar a los británicos ha sido una prioridad del actual gobierno desde el día mismo que asumió. El discurso de Milei fue la consagración de esa política. Para ello sostuvo las siguientes falacias:

Primera falacia: Milei dijo que por décadas, los gobiernos argentinos se dedicaron a expresar «meras palabras en los foros internacionales con nulo impacto en la realidad,  sin que tengan un solo resultado para mostrar después de décadas».

Con sus dichos el presidente desconoce que la democracia argentina tuvo que enfrentar las nefastas consecuencias de la guerra de Malvinas en el terreno de la diplomacia y de la política internacional. Tras la guerra, la Argentina había quedado aislada y con un grave problema de reputación internacional. Sin el apoyo de los países latinoamericanos, países a los que el presidente ha excluido de la agenda de política exterior nacional, no hubiera sido posible superar esa crítica situación.

Los sucesivos gobiernos democráticos debieron reposicionar a la cuestión Malvinas y lograr una recomposición del apoyo internacional a la Argentina que había quedado en situación más que crítica tras la guerra.

Milei parece ignorar que los casos de descolonización tienen como escenario principal a las Naciones Unidas. Prácticamente todo el proceso de descolonización en África, Asia, Oceanía y Caribe ha sido patrocinado por las Naciones Unidas. La presión internacional ha sido una condición esencial para la resolución de los más de 80 casos de descolonización ocurridos en el siglo XX y lo que va del XXI.

Lo que el presidente considera meros discursos o declaraciones en el plano internacional son las condiciones fundamentales de presión internacional sobre la potencia colonial. Urdir pacientemente una política de apoyos y depresión internacional ha sido tarea de los gobiernos que asumieron a la Cuestión Malvinas como una causa nacional. En sus gobiernos comprometieron además a lo mejor de nuestra diplomacia marcándole objetivos y conduciéndola a actuar según nuestro interés nacional.

La descalificación de Milei no resulta novedosa. Poco antes de su discurso, la canciller Mondino había descalificado a las comunicaciones diplomáticas menospreciándolas como «cartitas» que no producen ningún efecto. Lo que ambos expresan es un marcado desprecio por los instrumentos del derecho internacional y por la diplomacia.

Debemos recordar que los más significativos retrocesos políticos de la Argentina tras la guerra de Malvinas fueron protagonizados por el menemismo y el macrismo. En esos gobiernos se hizo lo que hoy Milei está reeditando: fue adoptada una política pasiva y concesiva frente a las acciones de consolidación colonial que lleva adelante el Reino Unido y se dio impulso a una agenda que postergaba el abordaje de la cuestión de la soberanía, dándole enorme ventaja a la potencia ocupante.

Los apoyos sumados por la Argentina en los últimos años han puesto a Gran Bretaña en una posición incómoda dado que evidencia la flagrancia del incumplimiento del derecho internacional. El reclamo hacia el Reino Unido y la sumatoria de apoyos internacionales han sido fundamentales para crear condiciones favorables a la Argentina y han restado margen a Gran Bretaña en su acción elusiva del derecho internacional.

Es un grave error abandonar ese enorme esfuerzo diplomático realizado. Abandonar el reclamo y el activismo Internacional otorga una enorme ventaja a la potencia colonial.

Segunda falacia: Milei dijo que «para que una nación sea respetada internacionalmente hay dos condiciones esenciales: ser protagonista del comercio internacional y contar con unas fuerzas armadas capaces de defender el territorio de quienes quieran invadirlo». Con ese argumento condiciona los resultados en la cuestión Malvinas a que la Argentina se transforme en una potencia económica y militar.

Es necesario preguntarse cómo han hecho los países y pueblos que han superado el yugo colonial. Los casos de colonialismo y de violaciones a la integridad territorial han encontrado solución no en las circunstancias de que un país afectado en su soberanía se transformara en una potencia económica y militar. Significativos ejemplos lo grafican: Panamá recuperó el canal apalancando sus pretensiones en la presión diplomática internacional, especialmente logrando en categórico apoyo regional; China recuperó Hong Kong cuando todavía estaba muy lejos de ser una potencia económica y militar de primer orden; la República de Mauricio ha conseguido reabrir un proceso de negociaciones con el Reino Unido por el archipiélago de Chagos gracias a su activismo diplomático y a la presión internacional expresada en decisiones de organismos internacionales como la Corte Internacional de Justicia y la Asamblea General de Naciones Unidas.

Claro que resulta deseable tener una economía próspera y un fortalecido sistema de defensa nacional. Pero esas no son condiciones excluyentes para la recuperación del ejercicio pleno de soberanía sobre Malvinas.

Resulta evidente que Milei confunde protagonismo e influencia internacional con resolución de las controversias internacionales. La historia del proceso de descolonización demuestra que la acción llevada adelante por los pueblos que luchaban contra el colonialismo pudo más que el poder de las potencias imperialistas. En la lucha contra el colonialismo el contexto internacional fue determinante, como lo sigue siendo hoy. Argentina debe operar sobre ese contexto internacional de manera permanente y sistemática para lograr los objetivos que marca la política estado.

Subordinar la solución de la Cuestión Malvinas a que se den esas condiciones significa en los hechos abandonar la vía diplomática para la solución de la controversia.

Tercera falacia: Milei puso al presidente Julio Argentino Roca y la generación del 80 como ejemplo y modelo a seguir. Resulta evidente que el presidente desconoce la acción diplomática que llevó adelante el presidente Roca en relación con Malvinas. Aun cuando fue parte de la etapa fundacional de la subordinación económica y comercial de la Argentina respecto del Reino Unido que derivó en la conversión de nuestro país en una semi colonia británica, durante el gobierno de Roca se realizaron acciones similares a las llevadas adelante por los gobiernos peronistas a partir de 1946: propuesta del gobierno argentino del inicio de un proceso de negociación; notas diplomáticas y protestas frecuentes entre ambas partes. Roca llegó a proponer un arbitraje que fue rechazado por el gobierno británico.

No fueron las omisiones de Roca las causantes del fracaso de aquellas gestiones sino la intransigencia británica, tal cual viene ocurriendo tras la guerra de Malvinas.

Cuarta falacia: Milei dice que Argentina es el octavo país más extenso del mundo porque tiene una superficie de 3 millones  y 500 mil kilómetros cuadrados. El dato es incorrecto. Esa superficie mencionada por el presidente corresponde solamente a tierras emergidas. Omitió incluir dentro del territorio nacional a los más de 6,500,000 km2 que corresponden a nuestra plataforma continental extendida, los mares y fondos marinos que el gobierno ha dado señales de querer privatizar y extranjerizar.

Quinta falacia: Milei atribuye a la política el hostigamiento y la humillación de las Fuerzas Armadas proponiendo una «nueva era de reconciliación» como forma de revalorizar su rol. Los dichos del presidente omiten la realidad: el desprestigio de las Fuerzas Armadas se produjo por lo sucesivos golpes de estado que protagonizaron y por su accionar durante el periodo del terrorismo de estado. Han sido múltiples las acciones que en tiempos recientes se han concretado en favor de que  las Fuerzas Armadas se encuentren plenamente integradas a nuestra vida democrática.

Además resulta paradójico este planteo del presidente. Su gobierno es el que ha incumplido con el pago de las últimas cuotas para la equiparación salarial de las Fuerzas Armadas con las Fuerzas de Seguridad, es el gobierno que desfinancia al FONDEF y que desnaturaliza el rol de defensa nacional que tienen las Fuerzas Armadas al involucrarlas en acciones de seguridad interior.

Sexta falacia: Milei sostuvo que «durante nuestro gobierno podremos tener una hoja de ruta clara para que las Malvinas vuelvan a manos argentinas». Es exactamente lo mismo que planteó el macrismo con el pacto Foradori-Duncan. El gobierno ha anunciado que esa «hoja de ruta» o nueva agenda tiene como eje la cooperación con el Reino Unido. Los esquemas de cooperación que se ensayaron durante el menemismo y el macrismo produjeron los mismos resultados: la consolidación de la oposición colonial de Gran Bretaña y el favorecimiento de sus intereses.

Una reflexión final: durante el anterior gobierno, bajo el lema «Malvinas nos une» promovimos fuertemente que Malvinas sea una causa de unidad nacional. Con su discurso, el presidente decidió que Malvinas sea «su» causa para dividir aún más al pueblo argentino. Las últimas palabras del discurso presidencial fueron dedicadas a reproducir el grito de guerra partidista libertario utilizado por Milei en la campaña electoral y en los actos oficiales tras asumir la presidencia. No es para nada casual que, por primera vez, un acto del 2 de abril no haya finalizado, como corresponde, con un ¡Viva la Patria!

*Guillermo Carmona es abogado, ha sido diputado nacional por Mendoza y Secretario de Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur