Por Diego A. Giuliano
Diputado Nacional por Santa Fe
Ex Ministro de Transporte de la Nación
La importancia del ferrocarril en nuestro país está hoy, otra vez, en una recurrente discusión, con la vuelta de los aires privatizadores de nuestro sistema ferroviario.
Quedó demostrado en la privatización de los 90 que el sector privado no fue más eficiente que el estado. El experimento privaticida terminó mal, con cientos de pueblos y ciudades del interior sin conectividad alguna y los trenes de pasajeros sin la inversión suficiente o lo que es lo mismo, con la necesidad de que el Estado subsidie invariablemente a las empresas privadas concesionarias.
Durante nuestra gestión al frente del Ministerio de Transporte, pudimos demostrar con hechos que con un Plan de Modernización del Transporte volvimos a conectar a 66 localidades con nuestros trenes de cargas y pasajeros, que intervinimos 1.800 km de vías y reactivamos 15 ramales ferroviarios, de los cuales, 10 corresponden a trenes federales que igualan a los que tenemos en el AMBA y reconocen que en el interior del país, también existen áreas metropolitanas ( Tren Metropolitano de Córdoba, Tren de las Sierras, del Valle, Rosario Cañada de Gomez, Paraná, Gran Salta, etc. )
Transportamos 26.4 millones de personas todos los meses en nuestros trenes y superamos un nuevo récord de carga transportada por los trenes que administra el Estado con 8.5 millones de toneladas a través del Belgrano Cargas, bajando los costos logísticos y conectando al país de manera federal. Nuestros trenes no sólo llevan granos a los puertos, también crecieron en un 200% la cantidad de alimentos y bebidas que viajan desde una provincia hacia otra en el sistema ferroviario.
Nuestra gestión tuvo también como premisa el desarrollo del ferrocarril de manera federal, dándole el lugar que se merece: una Política de Estado que trascienda a los Gobiernos, con el desarrollo de un proyecto de plan de Reparación Histórica Ferroviaria que debe tratar el Congreso de la Nación, que plantea un plan de recuperación a 10 años y prevé inversiones por 18.000 millones de dólares en 20 provincias, interviniendo más de 11 mil kilómetros de vías, con el fin de duplicar la carga transportada, mejorar los servicios urbanos de pasajeros, aumentar su capacidad y duplicar también el uso de los servicios de larga distancia de pasajeros. Ese programa ejecutado, le devuelve tiempo a las personas, reduce los costos logísticos a las y los productores de todo el país, baja el costo de los fletes y permite una mayor productividad de pymes y economías regionales de nuestro país federal.
Esa es la nueva y antigua ventaja del sistema ferroviario en la Argentina de nuestros días, atravesada por la privatización y la motosierra descontrolada.
El objetivo primordial de una política de Transporte ferroviario es conectar a las personas y sus comunidades, e integrar a la producción y el trabajo con los puertos y los centros de acopio y consumo. Es por eso que ejecutamos más de 365 obras de nuestro Plan de Modernización de Transporte, incluyendo aquellas como el viaducto Belgrano Sur que llevará hasta la terminal de Constitución a la única línea ferroviaria que llega a la Ciudad de Buenos Aires y que no tiene interconexión con otras líneas ferroviarias ni con el SUBTE.
Y en la Argentina federal, llevamos adelante importantes avances como la obra del pedraplen de la Laguna Picasa que permite la vinculación con Cuyo, el circunvalar ferroviario de Santa Fe y el desarrollo de nodos logísticos multimodales, claves para la carga en el interior, como el de Cevil Pozo, en Tucumán y el de Guemes, en Salta, con el objetivo de continuar desarrollando nuestros trenes y nuestros puertos y vías navegables.
Otra obra de magnitud es la nueva parrilla de vías de Retiro, que permitió mejorar la seguridad y los tiempos de acceso a la ciudad de Buenos Aires. Fueron más de 85.000 metros cuadrados y, por primera vez desde su construcción en 1915, con su intervención integral pudimos aumentar las frecuencias, sumar trenes y reducir las cancelaciones y demoras del servicio de los ramales Tigre, José León Suárez y Bartolomé Mitre de la línea Mitre.
También avanzamos eliminando barreras, con la construcción de más de 20 pasos bajo a nivel y puentes modulares en el FFCC Sarmiento que mejoraron la circulación, el tiempo de viaje, redujeron la espera de los vehículos en los cruces viales y mejoren la seguridad operativa.
Invertir en el ferrocarril no es discursivo ni nostálgico ni simbólico. Lo hicimos con una mirada profundamente Federal, complementando el sector público y privado como lo demostramos con el Ferrocarril de Cargas e invirtiendo fuertemente en los trenes de cercanía y metropolitanos del interior del País.
La triste metáfora del desguace del sistema que pretende la actual administración, no es más que reflotar una experiencia privatizadora que ya fracasó, y llenó de chatarra ferroviaria a la Argentina.
En los países más importantes del mundo el Estado invierte y subsidia el sistema ferroviario, más allá de cualquier discusión ideológica, con la convicción de que el tren es una dinamizador social y económico, es conectividad, y es el sistema de transporte que más fuerza laboral traslada.